La aplicación de forros en la restauración de un violín

Objeto:




Violín con etiqueta datada en el siglo XVIII, de origen presuntamente polaco, reparado en al menos dos ocasiones, una en Glogau y otra en Berlín, ésta en el año de 1903.
Con etiqueta que a la letra dice: Jan Dankwart Warsiawiac Año 1750.
Debajo de la etiqueta, manuscrito, Reprt (Repariert, reparado) F. Ho(ff?)mann in Glogau





























Estado:







Presentó múltiples rajadas en la tapa, costillas, fondo y una en el clavijero.
Tapa ligeramente deformada, deformación que se incrementó una vez pegadas las rajadas.

En la presente imagen del molde, elaborado sobre la tapa después de pegar las rajadas, se perciben las deformaciones, principalmente en la región central e inferior.



Interior de la tapa con forro central, barra original y el forros superior e inferior desvanecidos.








La tapa contenía tres forros internos a lo largo de ella y mantiene un forro en el borde inferior que se alarga hasta el centro de cada uno de los bordes centrales.










Interior de la tapa con parte del forro central, la barra original y el forro inferior desvanecido.




Los forros superior e inferior fueron desvanecidos, seguramente en una intervención posterior a la que los introdujo, de tal manera que en partes sólo quedaba únicamente la capa de pegamento que una vez adhirió el área desvanecida, como se puede apreciar en la foto superior.
En la imagen se puede observar la zona oscura de cola y el desvanecimiento del forro.

Las rajadas fuera de la región de los forros fueron reforzadas con plaquitas de Picea, algunas de ellas desprendidas con el paso del tiempo.
Estas rajadas, anteriormente pegadas, ubicadas en parte sobre los forros y continuando en el área libre de forros, donde se ubican los refuerzos, estaban despegadas tanto sobre el forro como en la parte sin él.


La tapa requería lavar y pegar todas las rajadas, para lo cual era necesario retirar la barra armónica y los forros.




Medida de grosores. El calibrador muestra 0.7 mm en una zona de la región central.



Una vez retirados los forros, la tapa mostró grosores con mínimos, al centro, debajo de la pata grave del puente, de 0.7 mm; en la parte inferior de 1.5 mm y en la parte superior de 2 mm.




Posteriormente al lavado, era necesario elaborar un molde para el prensado de la tapa y restituir su curvatura con la continuidad posible de acuerdo a su estado actual.
El problema más crítico se presentó con las regiones de la tapa con grosores que no garantizaban su estabilidad.
Establecer los grosores a priori no conviene, pues en primer lugar ¿cuáles grosores se establecerían? Los mencionados por Sacconi, los de la Escuela de Mittenwald u otros?
Por otro lado se desconoce la respuesta sonora de la tapa con cualquiera de ellos. Los grosores de una tapa se elaboran de acuerdo a la respuesta que ella muestra al tallar sus grosores.
Con base en la experiencia, adquirida a lo largo de innumerables restauraciones y el contacto con distintos grosores de tapas, se establecieron los siguientes límites:

Dos y medio milímetros como mínimo suficiente para garantizar la estabilidad de la tapa en la región central que está sujeta a un mayor esfuerzo, por la ubicación del puente y la transmisión del sonido a partir de este punto y la barra armónica que distribuye las vibraciones a lo largo de la tapa.
Uno y medio milímetros para las regiones superior e inferior, sujetas a menor esfuerzo.
Por lo tanto, se omitió la necesidad de colocar un forro en la parte superior de la tapa, pues esta región cuenta con grosores superiores a 2 mm, salvo una pequeña superficie menor de 4 centímetros cuadrados, opuesta, con respecto al eje de simetría de la tapa, al extremo superior de la barra armónica.
Para simplificar el proceso de ajuste de los forros, se elaboraron dos forros como se realiza tradicionalmente.



La tapa pegada ligeramente sobre un leño para elaborar el molde sobre ellos.





Como principio, no se debe incrementar el arco de cualquier curvatura de una tapa al rectificar el molde. El riesgo a abrir rajadas y ensambles pegados o crear nuevas rajadas es grande, ya que se incrementa la longitud del trayecto exterior de la curva.
Por lo tanto, la rectificación se realizó tomando únicamente en cuenta la continuidad de la curva plasmada en el molde. No se realizó ninguna rectificación para lograr una curva imaginaria ideal. El objetivo del rectificado era únicamente extraer secciones de la tapa hundidas por la presión del puente o corregir el nivel de ensamble de las rajadas en la superficie exterior.
Para el prensado de la tapa se le colocó al molde un folio de aluminio de mediano grosor, el cual se repujó con una goma de borrar hasta eliminar cualquier arruga.
La tapa se colocó sobre el aluminio y sobre ella, después de humedecerla con agua caliente (60° C) otro folio de aluminio.
Sobre ellos se colocó un saco de arena a 90° C y finalmente se colocó una tabla de 2” para distribuir la presión.




Ya prensado, se aplicaron a la tabla superior golpes rápidos con un martillo, cerrando ligeramente las prensas a medida que la arena se distribuía en el interior del costal, hasta sentir el costal duro.
Se dejó secar la tapa durante 24 horas.




Para los forros se utilizó media tapa para violín de Picea excelsa, adquirida en 1967, con cuando menos 5 años de secado en el momento de su adquisición. Fue la pieza con los anillos más juntos que se tenía en existencia.
Se unieron dos piezas para aprovechar al máximo la parte con los anillos más cercanos.
Se ubicó con dos a tres anillos de inclinación con respecto a los de la tapa.




El forro se coloca sobre su lugar de destino y se mueve, oprimiéndolo contra la tapa no más de un milímetro de su lugar final.
El bloque a la izquierda permite este movimiento con mayor precisión.




Al final, el forro sólo se ubica en su lugar de destino y se prensa, sin moverlo, para que el gis marque los lugares de contacto.
El gis debe marcar el forro en la totalidad de la superficie de contacto.




Vista del forro marcado con gis en toda su superficie.




Primero se talló el forro con gubia




Posteriormente se talló con cepillo.
Los forros fueron tallados finalmente en conjunto con escarriador hasta tener un sonido de la tapa aceptable y afinada.




La parte superior, por tener grosores iguales o mayores de dos milímetros, no se le repuso el forro anteriormente eliminado.




Los tonos de la tapa logrados con los forros sólo resultaron con una altura de la barra de 10 cm.

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